Varias empresas, entre ellas Apple y Microsoft, apuestan a que el mundo del mañana se desarrollará, al menos en parte, en el metaverso. Con este fin, Microsoft adquirió recientemente el gigante de los videojuegos Activision Blizzard por 68 700 millones de dólares.
A medida que más de nuestras actividades diarias se realizan en línea, creemos que es hora de considerar cómo se desarrollará esto eventualmente; si los habitantes de las ciudades del mañana prefieren el metaverso a las tiendas físicas y otras comodidades urbanas, ¿qué significará para las ciudades y para qué propósitos servirán las ciudades en última instancia?
Nos adentramos en esta cuestión y examinamos cómo el metaverso podría cambiar profundamente nuestras relaciones con los espacios urbanos. Esta visión del futuro puede parecer bastante distópica, pero aprovechemos esta oportunidad para imaginar cómo serán las ciudades del mañana.
De la ciencia ficción a la realidad
El término metaverso no proviene de los campos de la ciencia y la tecnología, sino más bien de la ciencia ficción. Neal Stephenson acuñó el término en 1992 en su novela Snow Crash para designar un entorno urbano virtual distópico.
El metaverso de Stephenson se representa como un bulevar muy largo generado por poderosos ordenadores. Está controlado por Global Multimedia Protocol Group, que gestiona los permisos de construcción, regula la zonificación y delimita los límites de negocios, parques y espacios publicitarios. Estos espacios, alquilados o comprados por grandes corporaciones, hacen del metaverso un entorno urbano virtual totalmente controlado por intereses privados, los de los gigantes de la tecnología digital.
Entornos urbanos virtuales: ¡coge tu casco!
Treinta años después de la publicación de la novela de Stephenson, los elementos de ciencia ficción nos ofrecen ahora un anticipo de las nuevas realidades y los nuevos desafíos urbanos que se avecinan. Actualmente estamos gastando cantidades astronómicas de dinero para hacer que nuestras ciudades sean más habitables, equitativas y sostenibles, pero ¿de qué sirven estas inversiones si los ciudadanos del mañana solo experimentarán la ciudad virtualmente?
Comencemos abordando las actividades sociales. Muchas atracciones urbanas como cines, restaurantes, museos y monumentos históricos verán una caída en el número de clientes que pasan por sus puertas. Ya es posible visitar varios museos virtualmente.
A medida que crezca el metaverso, necesitará más dinero, terrenos e infraestructura para albergar los servidores informáticos en los que se ejecuta. Aunque las experiencias son virtuales, sus costes, en términos de dinero, energía y medio ambiente, son reales y van en aumento.
¿La financiación provendrá de presupuestos previamente asignados a espacios e infraestructuras urbanas? ¿Seguirán nuestros gobiernos el ejemplo de Arabia Saudita o Corea del Sur y comenzarán a invertir en infraestructura y terrenos dentro de estas novedosas ciudades virtuales?
En los próximos años, otras actividades sociales, como disfrutar de un café o una cerveza con amigos, también pueden tener lugar en línea. Estas reuniones virtuales no solo eliminarán las restricciones que provoca la distancia, reduciendo nuestro uso del transporte urbano, sino que también nos permitirán elegir un lugar para una reunión en cualquier parte del “planeta”.
Por ejemplo, un café matutino con colegas en el jardín virtual de la Torre Eiffel podría dar paso, por la noche, a disfrutar un partido de la Super Bowl en realidad aumentada. Sería como tener asientos en la grada, pero con la posibilidad de elegir diferentes ángulos de cámara con un movimiento de la mano.
Microsoft ya ofrece una visión de esta experiencia deportiva futurista con un casco de realidad aumentada llamado HoloLens. El casco no solo da a los espectadores la impresión de que están sentados en el estadio, sino que también les permite interactuar con la pantalla mediante gestos con las manos.
Salidas urbanas en modo virtual
¿Se reencarnará en el metaverso la sociabilidad del paseo por los centros comerciales, ya virtualizada por la venta online? Varias empresas así lo creen, incluidas Samsung y Nike, que han lanzado espacios comerciales en el metaverso. Y la compañía de ropa Ralph Lauren lanzó una colección digital en el mundo inmersivo de Roblox en diciembre.
Imaginar un futuro en el que se lleven a cabo actividades sociales en el metaverso puede parecer apresurado e incluso un poco descabellado, pero la transición ya está en marcha. Varios eventos importantes ya han hecho la transición a lugares virtuales, incluido el Festival de Cine de Sundance, y artistas como Ariana Grande, J. Balvin y Travis Scott están realizando conciertos virtuales. El concierto de Scott, mostrado en la plataforma de videojuegos Fortnite en 2020, atrajo a más de 12,3 millones de invitados.
Las actividades físicas también se realizan cada vez más de forma virtual. Compañías como Peloton ofrecen ahora paseos en bicicleta del calibre del Tour de Francia y el Giro, sin la molestia de tener que viajar a Europa. Su popularidad se ha disparado a 5,9 millones de usuarios en 2021 desde los 1,9 millones en 2019.
Otro ejemplo sería la empresa Tempo, que utiliza inteligencia artificial para ofrecer entrenamientos en casa con un entrenador personal virtual.
Un nuevo éxodo urbano
Si bien es práctica, esta transición al metaverso cambia la forma en que interactuamos con el entorno urbano y nos obliga a reconsiderar nuestras prioridades urbanas.
Aún hoy, muchas ciudades centran su atención en mejorar la calidad y cantidad de sus parques y espacios verdes. Pero, ¿cuál será el uso de estos parques y espacios verdes, lugares para reunirse, socializar y hacer ejercicio, si los habitantes de la ciudad del mañana realizan estas actividades en línea?
Sin la necesidad de espacios urbanos y los negocios que los rodean, las ventajas de vivir en la ciudad también pueden disminuir. Muchos hogares canadienses se acostumbraron al teletrabajo durante la pandemia y, desde entonces, optaron por mudarse fuera de la ciudad y aprovechar unos alquileres más asequibles. Si, además de trabajar desde casa, muchas personas son capaces de realizar sus actividades sociales y físicas de forma remota desde el metaverso, podríamos ver perfectamente un nuevo éxodo urbano.
Reinventar el urbanismo
Apple, Meta y Microsoft no son las únicas empresas convencidas de que ocuparemos los mundos virtuales en los que están invirtiendo, y las ciudades deben empezar a tenerlo en cuenta. Muchos espacios urbanos, infraestructuras y desarrollos deberán revisarse e incluso reinventarse. Este proceso puede tomar muchas formas.
Por ejemplo, una respuesta a las promesas corporativas de felicidad virtual asociadas con el metaverso podría venir en forma de nuevos proyectos urbanos, como la creación de jardines comunitarios y la remodelación de áreas costeras en playas urbanas. Iniciativas como estas, junto con una oferta renovada de viviendas asequibles, podrían contrarrestar parcialmente el éxodo urbano esperado.
Independientemente de la solución elegida, debe surgir de esfuerzos concertados y colectivos de los sectores público y privado. Dichos esfuerzos deberán involucrar a los ciudadanos actuales para establecer qué roles deseamos que juegue el metaverso en las ciudades del mañana.
Si no comenzamos a hacer estas preguntas pronto, Silicon Valley estará encantado de proporcionar las respuestas. No hay mucho margen para evitar que el mundo del metaverso distópico de Stephenson se haga realidad.
En cualquier caso, está claro que cuanto más invierten las empresas privadas en entornos urbanos virtuales, menos atención prestamos como sociedad a los espacios urbanos en los que vivimos.